Murieron sin embargo de tristeza
como mueren los niños en el lodo,
en una Guerra Santa de vergüenza
arrastrando sus pleitos religiosos
hasta acabar quemando sus conciencias.
En el nombre de Dios asesinaron,
quemaron pueblos enteros en desiertos,
en selvas, en lugares recónditos,
en su nombre violaron a las vírgenes,
les robaron sus bestias y su oro.
En el nombre de Dios edificaron
encima de sus dioses otro reino,
sin distinguir un odio de otro odio.
Con instintos salvajes y feroces
derramaron la sangre de su prójimo.
Todos los asesinos eran hombres
que no leones, ni siquiera lobos,
y en el nombre de dios decapitaban,
cortaban miembros, y vaciaban ojos
arrancaban vidas sin preguntar nombres.
Todo esto sucedió hace ya mucho
y sigue sucediendo todavía,
tantos sacrificados inocentes,
tanta herida de muerte, tanto asco
y sigue amaneciendo y no termina.
Se sigue exterminando cada día
sin importar de donde venga la noticia
se suscriben ya todas la miserias
como si fueran parte de la vida.
En el nombre de Dios se hizo justicia.