De amor y de amargura.- (Luis Alberto de Cuenca)


Luis Alberto

La obra poética de Luis Alberto de Cuenca me remite desde siempre; al amor, puesto que el amor o mejor dicho, el desamor es lo que ha ido sembrando a lo largo del tiempo en prácticamente todos sus libros. Ya en “Los Retratos” obra de 1971, convertida en pieza de coleccionistas, hasta “Sin miedo ni Esperanza” del año 2002, pasando por “La Caja de Plata” 1985, premio de la critica, se vislumbra en este poeta el sentimiento amoroso como casi el único referente de su poesía.

Posteriormente obtuvo el premio de poesía ciudad de Melilla por su obra “La vida en Llamas” 2006. Y hasta hoy, a saber, su ultimo libro publicado independientemente de todas las Antologías, es el titulado: “En la cama con la Muerte, 25 poemas fúnebres” de 2011.

Cada vez que te hablo, otras palabras

escapan de mi boca, otras palabras

No son mías. Proceden de otro sitio

Me muerden en la lengua. Me hacen daño

Tienen, como las lanzas de los héroes

doble filo, y los labios se me rompen

a su contacto, y cada vez que surgen

de dentro -o de muy lejos, o de nunca-,

me fluye por la boca un hilo tibio

de sangre que resbala por mi cuerpo

Cada vez que te hablo, otras palabras

hablan por mi, como si ya no hubiese

nada mio en el mundo, nada mio

en el agotamiento interminable

de amarte y de sentirme desamado.”

(Conversación)

En este poeta madrileño y polifacético, nacido en 1950, podríamos advertir, formas o formulas, creativas distinta al uso formal establecido en la poesía coetánea, su lenguaje es muchas veces noctambulo, lleno de espacio conocidos, en el que prima un cierto devocionario cinematográfico por decirlo sin tapujos.

En el hombro la herida me latía

como un segundo corazón. Si a ella

le dolían también no me lo dijo

La puerta se cerró. Por un momento

nos abrazamos y eso era la vida.

Pero volvió el dolor, volvió la niebla

sobre mis ojos y frente a mis labios.

Y volverían dudas y reproches,

y la herida del hombro, y su marido.”

(Casada)

¿Que es mas un inspector o un comisario?

Lo dijo distraída, desde lejos.

Se lo expliqué. Siguió “¿Por qué no tiemblas?

Yo soy mas peligrosa que esos tipos”

No sabía que hacer. Quería irme.

Largarme a conducir por un sembrado.

Devolver la licencia. Suicidarme.

Pero no me marché. Busqué sus labios

Y le cerré la boca con un beso.

(Peligrosa)

Su lenguaje directo, sin artificio, y para nada metafórico, sustrae como digo a una temporalidad, a un desgarramiento, sentimental, al que a veces impregna de un cierto cúmulo de referentes anglosajones al estilo de otros poetas de ese mismo ciclo de los ochenta en el que las influencias vienen un poco marcadas por ese culto al “Américan way of life “

Había sangre en su vestido. Sangre

en el escote y en las piernas. Sangre

en las mejillas. Sangre seca. Oscura.

La desnudé y lavé. Mientras dormía,

fui en busca de cartuchos. No fue fácil

encontrarlos. Por fin aparecieron

entre viejos papeles y revistas.

Cargué el fusil. Había menos niebla

dos o tres horas y amanecería”

(En peligro)

Su desenfado, se trasmite, en cada una de sus acotaciones, en cada uno de sus versos, que de forma trémula pero iracunda nos van acariciando mientras nos llevan lentamente a su devocionario particular; la mujer, la hembra que subyuga y transporta. Y aunque no se puede considerar para nada romántico en el sentido dieciochesco de la palabra, si que es seductor e iconoclasta.
Va derribando muros de intimidad desecha, apretujando como si dijéramos al lector contra las cuerdas.

Me gustas cuando dices tonterías,

cuando metes la pata, cuando mientes,

cuando te vas de compras con tu madre

y llego tarde al cine por tu culpa.

Me gustas mas cuando es mi cumpleaños

y me cubres de besos y de tartas,

o cuando eres feliz y se te nota,

o cuando eres genial con una frase

que lo resume todo, o cuando ríes

(tu risa es una ducha en el infierno)

o cuando me perdonas un olvido.

Pero aun me gustas mas, tanto que casi

no puedo resistir lo que me gustas,

cuando, llena de vida, te despiertas

y lo primero que haces es decirme:

Tengo un hambre feroz esta mañana

Voy ha empezar contigo el desayuno”

(El desayuno)

Poeta del amor y el desencanto, desenfunda revolver y vitriolo, cuando se trata de poner las cosas en el sitio, después de que la vida o algunos episodios, nos remuevan nuestras propias miserias, y podamos contemplarlas desde fuera, como si nunca antes las hubiésemos sentido, como si nunca antes nos hubiesen rondado por las noches y les hubiésemos puesto alas de paloma.

Sus balas de sarcasmo e ironía a veces dañan más que las de plomo, pero también alientan la sonrisa. Y es que todo en el mundo si lo piensas está rodeado de Amor y de Amargura, tal y como se titula con acierto; su antología de 2002 Publicada en la editorial Renacimiento.

Me dices que Juan Luis no te comprende,

que solo piensa en sus computadoras

y que no te hace caso por las noches.

Me dices que tus hijos no te sirven,

que solo dan problemas, que se aburren

de todo y que estás harta de aguantarlos

Me dices que tus padres están viejos

que se han vuelto tacaños y egoístas

y ya no eres su reina como antes.

Me dices que has cumplido los cuarenta

y que no es fácil empezar de nuevo,

que los únicos hombres con que tratas

son colegas de Juan en IBM

y no te gustan los ejecutivos.

Y yo, ¿que es lo que pinto en esta historia?

¿Que quieres que haga yo? ¿Que mate a alguien?

¿Que de un golpe de estado libertario?

Te quise como un loco. No lo niego

Pero eso fue hace mucho, cuando el mundo

era una reluciente madrugada

que no quisiste compartir conmigo

La nostalgia es un burdo pasatiempo.

Vuelve a ser la que fuiste. Ve a un gimnasio

pintate más, alisa tus arrugas

y ponte ropa sexy, no seas tonta

que a lo mejor Juan Luis vuelve a mimarte

y tus hijos se van a un campamento,

y tus padres se mueren.

 (La mal casada)

No quiero despedirme sin antes dejar otra muestra de su excelencia creativa, en los versos que continúan esta pagina.

Un excelente canto al amor, que sobrevuela por encima de analogías y comparaciones.

Certero, breve, con propuestas aparentemente arbitrarias pero que bien miradas no lo son, pues mantienen estructuras para nada informales, al menos en su rítmica y su métrica que se deja seducir frecuentemente, por el endecasílabo.

Es Luis Alberto de Cuenca, sin duda un poeta para mi, muy cercano, ya que transmite en su propuesta cuestiones, que si bien se centran en la temática amorosa, nadie puede decir que no le hagan sentirse identificado.

Estoy aquí, mi amor, estoy aquí

velando tus naufragios en las noches

en que nadie responde, en las heladas

madrugadas vacías, en las tardes

de desesperación y de locura.

Pon en duda si quieres, que la Tierra

gire en el desdoblado precipicio

del espacio infinito alrededor

del sol, o que los astros sean fuego,

o que el amargo río de la vida

desemboque en la muerte. Pero nunca

dudes de que, en la fiebre del fracaso

o en la sed de la angustia, en el abismo

de la ansiedad y del desasosiego,

estoy aquí, amor mio, estoy aquí

Aunque tu no me veas ni me oigas.

 (Estoy aquí)

 

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